Sara Lopez

A un pulso de distancia

La naturaleza sabe de sensaciones;

de silencio antiguo,

de miradas que hablan

y rocíos que despiertan la piel.

En un mundo de ruido agonizante,

yo me sumerjo en la calidez

de la noche de oro,

arropada por la Dama de plata y sueño.

El viento transportaba

algo más que nubes y semillas;

era el eco de un recuerdo ancestral,

de canto, danza y tambor a lumbre.

Quiso ser sustituido

por pantallas,

algoritmos,

y tecnócratas profetas.

Pero se encontró de nuevo

en la oscura tierra,

peregrinando por la red

de micelio, líquenes y musgo,

esperando a que todo lo atravesase.

Porque soy barro moldeado

en esencia de primavera.

Lo llamaron caída,

pero era una siembra

de fuego y estrella.

Quisieron enterrarte bajo la culpa,

olvidaron que en la grieta y la herida

respiraba el dolor más vivo,

para despertarte.

Como un maestro

de hielo y nieve,

en cada copo

una estrella

de memoria cristalizada.

Y en el abismo de ese umbral

se desnuda el alma solitaria 

no sabía que de la oscura noche 

brotaría la luz mas clara,

para recordarle que no estaba sola

y a la deriva de la gran nada.

Que habia un Faro, un Sol

un Fenix renaciente 

a un pulso de distancia