Yo sé de Corinto un gran colosal,
de ínfula tamaño preocupante,
a superiores dañó por agobiante
y castigaron por verse mortal
La condena: el absurdo mental,
vivir de esclavo, y actuar de errante,
subir, caer, la piedra del arrogante,
convirtiéndose en tragedia habitual.
Sé además otro de vida secuestrada,
como un rocío de eterna caída
ve albas y ocasos de forma apenada;
mas no tiene él jerarquía crecida
y con todo, fue esperanza matada.
¡Pero si soy yo el de alma corrompida!