Cuando el viento ha sido duro,
y el camino largo y gris,
aún queda un paso, uno más,
que no se rinde, que sigue aquí.
He sembrado entre silencios,
con las manos vacías,
pero el alma cargada
de un sueño que no moría.
La espera fue larga y fría,
como el invierno sin fin,
mas mi fe tejía abrigo
con hilos de porvenir.
Si llega la buena nueva,
y florece la bendición,
mi alma danzará tranquila
al compás del corazón.
No pediré más que calma,
ni más que un rayo de sol,
para andar en paz mis días
y descansar sin temor.
Porque he vivido con fuerza,
y con dignidad el dolor,
merezco también la dicha
de un futuro con color.