Sergio Jacobo "el poeta irreverente"

MI ELEGÍA

 

 

Que sabio es el lamento que no surca los mares

o el eco que es murmullo en un cuarto vacío,

por eso aunque no cura el tiempo ya mis males

aún estando muerto sentiré que respiro.

 

Es por mí de quien hablo, quien habla mi conciencia,

y al amor me le arrimo sin gritar mi pecado

pues la llama más pura –es la que poco incendia-

y el recuerdo que hiere es el que no se ha ido.

 

Aprendí que las cosas están en el camino

ardorosas, sedientas, implacables, mortales,

es perfecta coartada que la vida impone

para pagar un precio que pugna en los pesares.  

 

A mis amigas y amigos les dejo mi demencia

esta costumbre de escribir mis andanzas;

donde  expongo mi vida como una llamarada

tras de un espejo turbio que nada les refleja.

 

A mis hijos, los tuve y aún sigo teniendo

quizás no soy ejemplo  (empaño su camino)

pero el hombre que escribe jamás frunce su ceño

y ante el tropiezo mismo  no se da por vencido.

 

 

Pero encontré el amor y sin ambages digo

-qué le debo al destino- que me orilló a sus brazos…

así cubro el destierro de mi pasado ambiguo

que merecido tiene que hoy le dé el olvido;

 

que sabio es el lamento que no surca los mares

o el eco que es murmullo en un cuarto vacío,

por eso aunque no quiera son tristes vaguedades

cicatrices quizás  (que marcan mi destino)