Diosa que aguantas y matas,
Coliseo agujerado.
¿Qué artista muere contigo, Roma?
Entre muros expoliados por la furia,
tus piernas torneadas
andan sobre ruinas inmortales.
Todos los vestidos llevan a ti,
la ciudad que nunca muere,
donde la loba amamanta
con agua las calles,
con vino las bocas.
Frente al prosecco del amor,
te miro:
temerario, gladiador.
Roma,
tu boca es la verdad.
Dictas latín
como rayos de sol,
ardientes,
como Nerón.
Fuente de guerra,
foro imperial,
columna de la humanidad,
esculpes al andante
paso a paso
por tus siete colinas de fuego
hasta el Trastevere —
¡qué chévere!
Tu grandeza quiero.
Amor,
Roma,
no me comas.
Bésame.