Allá en la inmensidad do el cielo se une al mar,
mi amor singla solo en su barco de cristal,
batido por olas de tormenta brutal;
mi corazón sufre lejos de su bogar.
El Céfiro arrecia rumbo a puertos lejanos,
mientras su mirada otea el vasto horizonte;
surcando fuertes mares vive su presente,
entre sueños del hogar y abrazos lozanos.
Marino amado, que cruzas el ancho azul,
mi amor por ti es el ancla firme y duradera,
aunque el océano te aparte de mi espera.
Te aguardaré de pie en esta orilla infinita,
recitando salmos que amainen la galerna
y la mar a mis brazos te traiga de vuelta.