Y te vi alejarte de mi vida, como si nada importara; como si aquellos largos abrazos y los cálidos “te amo” de pronto también se esfumaran .
Y yo me quedé, de pie en el dintel de la puerta, queriendo gritar que no te fueras, deseando pedir que te quedaras, que yo también te amaba; mas, no fue posible encontrar una sola palabra; la cárcel de mi orgullo las mantenía aprisionadas.
Hoy, en el recuento de los daños, me doy cuenta que fue mejor así… no se debe retener a quien no quiere quedarse…pero tampoco recibir a quien un día se marchó, como si nada importara.