Al dejar un verso plasmado
con mi puño y letra.
Se desviste y abre el alma
se deja abierta una puerta.
Esa puerta tiene acceso
a la dicha y a mis penas
Que he tenido sin querer
y que corre por mis venas.
Hojas siguen en blanco
y no es por falta de tinta.
Es que me sucede tanto
y cada vez soy tan distinta.
A veces un puño de tierra,
a veces un fuerte huracán.
A veces piromaniaca
pues todo quiero quemar.
No sé cómo parará esto
y no paro de pensar.
Y sé que no se detiene
y que debo continuar.
Pero las palabras fluyen
como río desbordante,
como vaso lleno,
como vino embriagante.
Llegan y me confunden,
saltan de atrás y adelante.
Rara vez están quietas
y no quieren aplacarse.
Pocas veces logro calma
y escribo para desahogarme.
Vacio en letras mi alma
lo hago para liberarme.