William Pérez Mederos

Los hijos que nos ven

 

Los hijos nos ven  

cuando creemos que no.  

Nos miran en los gestos,  

en las pausas,  

en los silencios que dejamos caer  

como si no fueran a notarlos.

 

Ellos no preguntan todo,  

pero entienden más  

de lo que decimos.

 

Nos ven cansados  

y nos abrazan.  

Nos ven ausentes  

y nos esperan.  

Nos ven llorando  

cuando juramos que estábamos bien.

 

No les enseñamos a amar…  

nos vieron hacerlo.  

No les pedimos que perdonaran…  

nos vieron intentarlo.

 

Hay un espejo en sus ojos,  

y a veces asusta,  

porque nos devuelve  

la versión más real  

de lo que somos.

 

Uno quiere ser ejemplo,  

pero termina siendo humano.  

Y está bien.  

Porque los hijos no necesitan padres perfectos,  

sino sinceros.

 

Y cuando crecen,  

quizás también entienden  

que, aun con nuestras torpezas,  

fuimos capaces de amar  

como supimos.