Era infantil,
le gustaban el paisaje
y los helados flotantes,
partió en la última semana de abril,
no dejó ningún mensaje,
se fue secuestrada por los atlantes.
Era un estado febril,
de los que nunca engañas,
el delirio en su oleaje,
dolor obtuso,
de los corazones distantes,
que nunca van a volver.
La volví a ver,
en un sueño difuso,
con tormentas y montañas,
era ella un hermoso ser,
de carácter confuso,
devorada por el agua y sus entrañas.