El Corbán

DELICIA AMARGA DEL TIEMPO LIBRE

Se arrastra el crepúsculo, trémulo, lento,

con manto de fiesta y perfume de encierro,

y yo —gran bufón de mi propio tormento—

recito elegías al gozo que infiero.

 

¡Oh días sin yugo, sin trono ni pleito,

tan libres que esclavizan sin decoro!

El ocio me abraza con frío y despecho,

me besa la frente con hálito en oro.

 

Desempolvo amores de barro y centella,

revuelco mis penas con vino barato,

y el mundo presume de fiesta y doncella,

mas yo me celebro mi duelo en lo abstracto.

 

Los necios proclaman que el fin de semana

es gloria bendita del ser sin cadenas,

yo bebo su risa tan hueca y liviana,

y eructo verdades que nadie condena.

 

Qué júbilo idiota, qué gozo insulso,

qué errático encanto de viernes sin peso;

yo, mártir de lunes, tan digno y convulso,

prefiero el suplicio del tiempo avieso.

 

Así, mientras se reúnen los tontos del pueblo

y creen que el sábado salva sus ocultos males,

yo canto a la sombra con verbo funéreo,

y abrazo el silencio... sin horas, ni iguales.