Era gris, tan opaca la mañana,
el rocío temblando de las hojas,
todo frío, cual cruel paradoja,
tibio sol de mirada tan temprana.
Que triste iluminaba la ventana
donde habitaba un alma muy, muy herida
no estaba la mujer, la más querida,
caminando se fué por la pradera.
Sé que afuera persiste la primavera,
¡en mi interior, la lágrima aterida!
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
02/Mayo/2025
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