el brujo de letziaga

Realmente no entiendo.

Mi corazón no entiende
que ayer me abandonaras de esa manera,
cuando mi boca era un tierno ramaje
donde anidaban tus besos ardientes.

Realmente no entiendo
que ya no estés,
cuando elegiste ser avecilla libre
para volar en busca de otro nido más alto.

Y el tiempo que fue pasando (...)
y qué extraña
que se ha vuelto mi existencia
acompañado por la soledad del verso dolido.

Las saetas de los relojes dieron ya muchas vueltas
y los días se escurrieron por sus esferas
en el éxodo hacía mi ocaso,
en una travesía errática con tu recuerdo.

Hoy tengo momentos que me duele hasta el alma,
cuando veo que mi tallo se ha doblado levemente,
y que la epidermis del tiempo luce arrugas
en su viejo epitelio.

Y notando que en las tardes con sol siento frío,
un frío cansado de tardes sin nadie,
de días sin tu nombre
tiritando en la penumbra helada de tu silencio.

Seguramente...
que sentirás algo bueno con mi recuerdo.
Por eso te lo digo en verso o en prosa,
que te espero...

Por si un día te apetece buscarme
lejos de la cúspide...
en la sencilla y austera magia de mi cielo,
en la cueva sublime, de éste brujo de letziaga...