VIII
El amanecer de un mundo sin flores azules,
puedo sentir la suave caricia del olvido,
caminar bajo el brillo dorado de las olas,
tu mágica figura surgiendo del silencio,
volver a ver el fuego de las aves dormidas,
las huellas profundas de la tu tierna sonrisa,
el amor en cada mirada de primavera,
te quiero, nada cambiará, cerraré los ojos,
vives aquí, en los jardines sagrados de mi alma,
listo, ya es hora de partir, no llores, te quiero.