William Pérez Mederos

El día que me perdoné

El día que me perdoné

No hubo música.  

No hubo aplausos.  

Solo silencio.  

Y en medio de ese silencio…  

yo.

 

Fue un día cualquiera,  

como todos,  

pero con una diferencia:  

dejé de castigarme.

 

No sé si lo merecía,  

pero entendí que seguir culpándome  

no me devolvía nada,  

ni a nadie.

 

Ese día,  

dejé de repetir mis errores  

como quien los usa de escudo.  

Me miré al espejo  

y no me insulté.  

Tampoco me aplaudí.  

Solo me reconocí.

 

Ya no fui el que falló.  

Fui el que aprendió.

 

Y aunque las cicatrices no desaparecen,  

dejaron de doler igual.  

Porque ya no eran castigo,  

sino recuerdo.

 

Ese día,  

no le pedí perdón al mundo,  

siempre a Dios y a nadie más.

 

Ahh…También a mí.  

Y me lo di.  

Sin condiciones.