Te pienso como se piensa lo eterno:
no como algo que empieza o termina,
sino como lo que siempre ha estado
esperando ser revelado.
Eres la causa que no necesita razón,
el misterio que no busca respuesta,
porque amarte no es entenderte,
es aceptar que el alma también arde.
Hay un orden secreto en tu risa,
una lógica en tus silencios,
como si el universo mismo
hubiera tejido sus leyes en tu aliento.
Amarte es contemplar la belleza
no con los ojos, sino con el ser,
es perder la frontera del yo
y hallar en ti la unidad primera.
No eres parte del mundo: eres su sentido.
No caminas: revelas el camino.
Y al tocarte, no toco piel,
toco la forma pura del destino.
Porque amar no es poseer,
es comprender que todo lo valioso
se honra con la libertad
y se guarda en la eternidad del instante.