Pasamos por la vida de los otros,
poco a poco, sin dejar huella,
y cuando nos vamos,
paso a paso, sentimos el vacío que dejamos.
Nos detenemos en la vida de los demás,
para compartir un instante,
un recuerdo, un suspiro,
y cuando creemos que hemos olvidado,
nos marchamos llevándonos sus miradas.
Dejamos fragmentos de nosotros
en los rostros que hemos tocado,
en los ojos que nos han visto,
y en los momentos que hemos vivido.
Nos vamos con los recuerdos diluidos como el
el agua de las brochas.
Perdemos, olvidamos y encontramos,
y en ese viaje,
nos vamos descubriendo a nosotros mismos,
en los pedazos de nuestra historia,
en la narración que de nosotros construimos.
P.SABAG