I
El amor no fue un acto, fue un latido
que nació cuando cruzamos la mirada:
dos pupilas escribiendo un mismo grito,
un susurro sin fin… ¡tu alma grabada!
II
Inviernos trajeron frío, mas tu aliento
-dulce brisa de miel- caló mi invierno.
Otoño deshojó sueños al viento,
pero en tus manos hallé el cielo eterno.
III
Primavera gritó colores: tu risa
fue jardín donde el tiempo se desnuda.
Verano quemó ausencias en tu sonrisa,
y en tu piel hallé el mar que me saluda.
IV
Media naranja, sí: partida en dos,
pero el universo selló nuestro corte.
Hoy la pulpa que late en ti y en mí
es savia que no entiende de la muerte.
V
Alma gemela: eco de mi silencio,
mapa que descifra mis costuras.
Eres el verso que mi pecho ha escrito
con tinta de lunares y locuras.
VI
Tus ojos: dos faros que navegan
por mi noche sin puertos ni mentiras.
En ellos se ahoga toda pregunta…
solo existe el sí de tus pupilas.
VII
Al oído me llevas a tu universo
-ese volcán donde arde tu cuerpo-.
Y en su fuego nací de nuevo, eterno,
moldeado por tu aliento más agudo.
VIII
El tacto es un idioma sin verbos:
tus dedos en mi espalda deletrean
la cartografía de lo cierto…
¡Nada duele donde tus huellas crean!
IX
El olfato: memoria que atesora
tu aroma a café, a lluvia, a tierra mojada.
Huelo el mundo a través de tu aurora,
y en cada soplo… tu esencia grabada.
X
El gusto es un ritual de tu nombre:
miel y sal se mezclan en tu beso.
Bebo el tiempo de tu boca, y no hay hambre
que no calme tu sabor a universo.
XI
Y el sexto sentido: esa certeza
de que tu risa es mi oxígeno antiguo.
No hay lógica, ni ciencia, ni pereza…
solo este imán que nos hace un mismo ritmo.
XII
Media naranja, sí, pero sin grietas:
jugo compartido que no entiende de ausencias.
Dulce acidez que en mis venas inquietas
siembra raíces de eternas esencias.
XIII
Alma gemela: espejo sin reflejos,
donde me veo sin máscaras ni heridas.
Eres el sílabo que descifra mis consejos,
la melodía que ordena mis caídas.
XIV
En invierno, tu calor es mi trinchera;
en otoño, tu voz barre mis hojas.
Primavera eres tú cuando me esperas,
y verano… tu fuego que no me ahoga.
XV
Cinco sentidos no bastan para amarte:
te saboreo con el alma y la memoria.
Eres el arte de no necesitarte…
porque ya eres mi sangre, mi historia.
XVI
Nuestro amor no es un puente, es un abrazo
que derriba murallas de otros siglos.
Es el niño que juega en tu regazo,
el anciano que ríe en tus prodigios.
XVII
Si el tiempo es un ladrón, que nos robe horas:
le daremos segundos y nos sobra.
Porque el amor que nació sin fronteras
no cabe en calendarios ni en derrotas.
XVIII
Eres el alba que pinta mis madrugadas,
el crepúsculo que mece nuestras dudas.
Media naranja en jugo transformada…
¡Amor que ni la muerte estudia o suda!
XIX
Y cuando el polvo cósmico nos cubra,
diremos: «Fue aquí donde el amor ganó».
Porque unidos, ni la nada nos subyuga…
¡Somos el siempre que Dios olvidó!
XX
Somos constelaciones sin distancia:
tu Norte y mi Sur son un mismo eje.
El amor no es un punto, es la fragancia
que une dos almas bajo el mismo teje.