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Sed en la fuente del olvido

Sed en la fuente del olvido

 

En la fuente me esperaba

el agua — límpida, quieta —

como si supiera

que venía a lavar

no solo mis temores,

sino el último resto de ti.

 

La premonición era clara:

todo mi amor

se iría por el arroyo,

como un eco que se disuelve

en las piedras del tiempo.

 

No era más que un sueño

marchito y sin nombre,

un espejismo de ternura

perdido entre sombras.

Ya ni el alma

sabe a dónde camina.

 

Voy donde quieren mis ojos,

sin rumbo,

siguiendo la nostalgia

como quien bebe

de un vaso vacío,

esperando aún la gota final.

 

Anhelo despertar

con el susurro del río,

cayendo lento por el caño,

al vacío…

como yo,

sin cauce, sin orilla.

 

Y sentir — tal vez —

que la humedad

de este amor no vivido

se vuelva escarcha,

cuando el céfiro

envuelva mi cuerpo gélido,

y me recuerde

que también los sueños

se enfrían con el tiempo.