Camina con la suave sutileza
que posee el minué;
llevando en sus recuerdos la nostalgia
de aquel amor que fue.
Sus ojos melancólicos dirige
al sol de atardecer;
que tiene los fulgores del ensueño
que tuvo alguna vez.
Su voz es melodiosa y tiene el ritmo
de cálido rondel;
llevando de ilusión esos arpegios
de plácido vaivén.
La luz de su sonrisa tiene el tinte
de un cuadro de Monet;
con ese brillo triste que refleja
un marchito clavel.
En ella se cincelan esas huellas
que deja amor infiel;
que un día fuera lumbre esplendorosa
que iluminó su ser.
Autor: Aníbal Rodríguez.