Te Amo Bien Tempranito
Te amo bien tempranito,
cuando el sol bosteza su primer suspiro
y el café aún duda si hacerse fuerte o dulzón.
Con las legañas del sueño aún en los párpados,
ya te pienso… con ternura de bizcocho recién horneado.
Te amo con ganas de darte amor del bueno,
de esos que no se alquilan ni se compran a plazos,
amor que llega con suéter y bufanda
a cobijarte las dudas.
Un querer regordete,
con cachetes rosados de puro entusiasmo,
que se sienta en tu regazo pizpireto
y ronronea en tu pecho como gato trasnochado.
Amor sano, sin dieta ni remordimientos,
que se ríe con la boca llena de te amos,
y no teme engordar de cariño compartido
ni de excesos dulces en tu cama dormilona.
Te amo como debe ser:
con apetito desmedido,
los bolsillos repletos de domingos,
y con la promesa —no de eternidades cursis—
sino de estar…
cada mañana,
bien tempranito,
justo a la hora en que suena el despertador
para amarte puntual…
con desayuno incluido,
y ese infaltable:
¡Buenos Días, Amor!