He recreado tu nombre,
en el catálogo ingenioso de tus sonrisas,
en el sumario ocurrente de tus guiños,
en la dócil voz que te nombra,
intentando convertir en caricia,
cada susurro, cada aliento que te elige.
Te he inventado nombres propios,
cada mañana que despiertas conmigo,
deslizando mis manos por tu pecho,
despojando de atuendos la mañana,
para que los ojos se recreen en tu cuerpo,
y el alma se impregne de tus sueños.
Te he nombrado mariposa y arcoíris,
lluvia clara sobre el campo y las flores.
Te he nombrado bajo el sol incandescente del verano,
en la mortalidad que anhela lo eterno.
Te he nombrado libertad, entrega y canto
sin sospechar tu nombre ni su encanto.