D. Méndez

Aún sigo bailando

Estaba tan desesperada,
tan rota entre luces de neón y canciones viejas,
que cuando vi esa pared rosa maguey
con el teléfono brillando como una tentación,
pensé en marcarte.
Pensé en suplicar.
Pensé en volver al dolor.

Pero el alcohol me arrancó la venda,
el beat golpeó mi pecho
y en un destello supe:
¿por qué perdonarte, si fuiste tú el que mintió?
Aún estoy aquí,
con el rimel corrido y las piernas temblando,
bailando como si el olvido fuera música,
como si un cuerpo nuevo pudiera
desaprender el tuyo.