Con su enorme corteza, él estaba presente
y nadie lo veía.
Agarrado de sus raíces, en lo más profundo de la tierra,
él estaba presente y nadie lo veía.
Él seguía dando frutos en el mismo lugar
y nadie lo veía.
Este imponente árbol solitario,
nadie lo veía.
Siendo tan hermoso y poderoso, lleno de una larga vida,
testigo silencioso de la vida,
nadie lo veía.
Ni la fragancia de sus flores,
Ni el refrescante aroma de sus hojas verdes,
que traían calma en el aire,
nadie las percibía.
A nadie le importaba, nadie lo veía, ya que era viejo.
Lo triste era que ellos tenían un plan
para terminar con su vida.
¡El árbol vivía sus últimos días!
porque nadie lo veía.