En junta solemne, en misa o en cena,
el viento traiciona, sin culpa, sin pena.
Se escapa silbando, fugaz y burlón,
dejándome solo... ¡sin salvación!
Hay veces que suena cual trueno aturdido,
y otras, traicionero, se va sin sonido.
Mas siempre, te juro, te deja el fulgor,
de rostros torcidos... ¡y gran deshonor!
Te miran, sospechan, murmuran al lado,
y tú, disimulando, sudando apurado.
Sonríes muy falso, te haces el perdido,
aunque el crimen ya hiede, cruelmente esparcido.
¡Qué vil es la suerte del gas escapado!
Que nunca respeta lugar adecuado.
Se cuela en reuniones, en citas de amor,
en salas de espera... ¡o peor, en el ascensor!
Así nos delata, así nos castiga,
¡el viento indecente que nunca mitiga!
Mas ríe, viajero, acepta tu error:
todos somos presos... ¡del viento traidor!