\"Hoy, por primera vez, como cuando era niño, vi gente drogarse y me pareció escalofriante. Cada droga me traía recuerdos. La marihuana, por ejemplo, me recordaba tanto que vivimos, tantos sinsabores, tantos amigos que conocí por sustancias sujetas a fiscalización.
Hoy, casi a mis 32 años, cumplo una de las promesas más importantes en mi vida: dejar las drogas. 13 años en el bajo mundo, lugares donde entraba y sentía que eran mi hogar. Casas de cientos de adictos, envueltos en \"apetecidos manjares\", así los nombré las veces que una buena cosecha compré, o tan solo malgasté.
La famosa ansiedad llegó, días oscuros y selectos enfrento yo, como el agua en desiertos, como la falla y el epicentro, como aquel encuentro, dinero a cambio de oloroso pasto seco. No tengo envidia de quien se hospedó en clínica, ni del que viajó a otros suelos para olvidar nefastos recuerdos. Tengo el apoyo de mis muertos, ellos saben quién soy y lo que ofrezco. Ahora gasto el dólar en alimentar el cuerpo. Mi alma aún en manifiesto, sin pretexto, sin sensura con mesura y travesura esperando nuevos acuerdos.\"