Rafael Parra Barrios

Carta a una poetisa

 

 

Mi querida y brillante poetisa, gracias por estar aquí y existir con palabras que tocan mi corazón, cual bálsamo que consuela y cobija de paz, mi existencia.

 

Tus letras, siempre sonoras y sinceras, bonitas y encantadoras, llegan a lo más hondo de mi y transmiten la fuerza de tu espíritu feraz. 

 

Es un regalo de Dios poder compartir estos momentos contigo y sentir la resonancia de tus palabras y versos, pero aquí, la luz la irradia tu sensibilidad, la forma en que capturas las emociones y las transformas en imágenes tan vívidas, sentidas y conmovedoras.

 

Es tu voz poética la que invita a detenernos un instante y contemplar la profundidad de la existencia, la belleza en la quietud y la delicadeza de los sentimientos.

 

Eres tú, quien da esas pinceladas de melancolía y esperanza, abriendo horizontes y volando papagayos con hilos de oro para alcanzar el cielo y palpar la eternidad. 

 

En reiteradas ocasiones te he manifestado, que es un honor leerte, saber de ti y sentir que entre tu y yo, ha surgido una química que  levanta el ánimo, nos sumerge en la lírica y que por ende, quisiera estar a la altura de las circunstancias y ser más consecuente a la hora de pasearme por los fecundos jardines, en donde florece la exselsitud de tus letras, embelleciendo los paisajes de la poesía.

 

Es cierto, mi sublime poetisa, dama incansable que, entre crepúsculos dorados y el centelleo cómplice de las noches, anidas con gracia la majestad de tu pluma. Tu obra privilegia y aporta una frescura singular a esta página de amistad y creatividad que es Poemas del Alma.

 

Extiendo mi cariño, respeto y honda admiración, a todos los que integran esta hermandad de poetas y escritores. 

 

Mi gratitud por permitirme ser parte de este diálogo de amigos y poetas.

 

Desde mi San Felipe gentil, vaya a ti y a todos, el abrazo fraterno.