Quisiera ser un cigarrillo,
no por el humo ni la llama,
sino por morir despacio
entre los labios que me aman.
Ser elegido sabiendo
que ardo con daño en la piel,
pero aun así, ser llevado
como un secreto fiel.
Ser ese pecado que siempre buscas,
un vicio que no abandonas.
Quiero quemarme por tu deseo,
gastarme en cada aliento,
hasta ser solo ceniza
y un recuerdo de tu delirio.
Quisiera ser lo prohibido
que besas sin redención,
y extinguirme en tu silencio,
condenado por pasión.
Porque aunque soy humo y dolor,
si tú me eliges, me basta—
me muero, pero de amor.