En la sombra de la cancha, la madre suspira,
sueños de gloria que en su pecho respiran.
“Entrena fuerte, cariño, sé la que levita”,
porque ella fue buena, y su anhelo persiste.
La niña observa el campo, sin pasión en el juego,
cada grito resuena, es un peso en su pecho.
“¿Y si no soy como tú?”, su voz se quiebra,
entre el deseo ajeno y el sueño que espera.
“Mamá, este sueño no es mío, no lo siento”,
mi pasión son los libros, donde vuelo en silencio.
La madre escucha, en su pecho hay un lamento,
pero el amor, por fin, se libera en el viento.
MIB