Durante instantes de supremo suspenso,
la vida nos libera en una experiencia confusa,
entre las cuerdas del tiempo y el espacio.
Desvaneciendo los vestigios de ilusiones distantes,
desistimos ante el imperioso eco del apego,
multiplicado en espejos de visión invertida.
Flotando a través de las profundas capas
que cubren la existencia, navegamos sobre
una distorsión empírica, con fin de purificar
nuestro espíritu transitorio, que nada
sobre una miríada de posibilidades
en el gran río inevitable del presente.