Los bohemios cantan euros,
las princesas huyen de la nivola.
Asaltan el asfalto suizo,
pies desnudos besan los puentes,
derriten miradas,
como fondue en tus labios.
Zúrich,
majestuosa y callada,
como tus Alpes
bañados en oro blanco.
¿Por qué eres inalcanzable?
¿Por qué haces girar mi mundo,
como el oso en Paradeplatz?
Caigo en el tranvía del deseo,
libido navegando la niebla,
sediento de cruzar
el lago de la serenidad.
Si el viento sopla a mi favor,
acamparé en un viejo chalet,
a vivir,
a quemar lo vivido,
como arden los inviernos
en un corazón andarín.