No me dio tiempo a volver
la cara y decir adiós;
al dar la espalda se fue
y nunca más se giró.
A veces vuelvo al hotel
donde el sudor nos mezclaba
y creo sentir su piel
en cada roce de almohada.
Ayer pasé por el puente
donde colgó aquel candado
sin llave para el presente
porque el mar se lo ha tragado.
Lo malo no es mi pasado
de faquir con sus cristales;
peor es que lo narrado
se basa en hechos reales.