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Ecos de Rango Hueco

 

La escala vertical, trazo en el organigrama,
otorga cetro, sí, pero no labra el alma.
Autoridad impuesta, peso de la divisa,
mas la influencia genuina en respeto se desliza.

 

El grado puede alzarse, cual torre de marfil,
pero el trato cortés es el respeto sutil
que enhebra voluntades, que puertas entreabre,
donde la altanería, cual sombra, siempre cebe.

 

La talla de un caudillo no mide su escalón,
sino el trato que brinda, sin hacer distinción.
Aun el último eslabón merece su valía,
pues la dignidad humana no entiende de jerarquía.

 

Mi aula y mis principios, mi escudo más tenaz,
mi rango verdadero, cimiento de mi paz.
Humildad y respeto no son flaquezas viles,
sino firmes pilares de liderazgos fértiles.

 

Hoy la cruda certeza grabó su filamento:
el respeto se teje, no se exige al momento
por galón o por insignia. Mi ética constante,
cortesía y trabajo, mi impronta al instante.

 

En esta encrucijada, la urgencia sentí,
de ser agente nuevo, de cambio carmesí.
Sembrar la mutua estima, sin mirar la solera,
que el cargo no defina la humana primavera.

 

Aunque el árbol jerárquico extienda su ramaje,
mi esencia incorruptible es mi firme bagaje.
Con respeto constante mi senda he de trazar,
sembrando en otros la chispa de un trato ejemplar.

 

La dura interacción dejó clara lección:
en muros inflexibles, la voz con persuasión,
serena y bien fundada, la brecha puede abrir.
Mi arte será pulir mi modo de decir.

 

JTA.


 Jerarquía sin humildad, un rango vacío

La jerarquía otorga autoridad, pero el respeto y la humildad son los cimientos de una influencia duradera y genuina.

El rango puede imponerse, pero el respeto se gana con el trato. La humildad abre puertas que la arrogancia cierra.

La verdadera grandeza de un líder se mide por su capacidad de tratar a todos con dignidad, independientemente de su posición.

Mi educación y mis valores constituyen mi rango esencial. La humildad y el respeto no son signos de debilidad, sino pilares de liderazgo genuino y duradero.

Hoy confirmé que el verdadero respeto se gana, no se exige por el rango. Mi compromiso con la cortesía y la profesionalidad es mi marca personal.

Esta situación me recordó la importancia de ser un agente de cambio positivo, promoviendo una cultura de respeto mutuo sin importar la antigüedad o el cargo.

Aunque la jerarquía existe, mi integridad y mi forma de interactuar son innegociables. Seguiré actuando con respeto, esperando inspirar a otros a hacer lo mismo.

Esta interacción me enseñó que incluso en ambientes rígidos, la comunicación asertiva y respetuosa puede marcar la diferencia. Seguiré perfeccionando mi capacidad para expresar mis puntos de vista con calma y claridad.

JTA.