Franjablanca

Lorenzo y Catalina

El sol le dio la vez a Catalina,

tú no echaste de menos a tu ropa,

yo olvidé mi recato en la cantina

y la luz apuró su última copa.

 

Yo le di al instinto rienda suelta,

tú subiste el telón a tus encantos,

nos hicimos la carne vuelta y vuelta

y vendamos los ojos a los santos.

 

La pasión nos firmó un salvoconducto

por si el sol nos paraba en la aduana;

le dijiste \"encantada, tanto gusto\",

y la noche siguió por la mañana.