Manu cramps

El motorista

 

Es fuego envuelto en niebla sagrada,
aguijón y caricia en la misma jornada.
No tiene una ruta, no busca el camino,
se guía del pulso que marca el destino 

Su piel lleva viento cosido en la trama,
y el llanto le brota, mas nunca lo apaga
Donde otros se asustan de tanta verdad,
él bebe en el río de la intensidad.

Su moto es su bestia, su eco rodado,
su alma en dos ruedas, su fuego domado.
El cuero no cubre, revela su esencia,
la vida sin filtro, la herida en presencia.

Transita los márgenes con luz en el centro,
respira deprisa, se entrega por dentro.
Puente entre el sueño, la carne y la voz,
entre lo oscuro y el claro fulgor.

Descubre belleza donde nadie explora,
la alza en silencio, nombra y atesora.
Con ojos de niño, con alma de sabio,
abraza lo frágil, lo simple, lo humano.

No va solitario, tres luces lo guían,
estrellas que arden y nunca se enfrían.
Y en cada latido le empuja el azar
de una utopía que le sabe a mar.