El cielo azul
y el mar y las resacas
te harán soñar.
Eso decían
tu voz y tus palabras
en un poema.
Fueron tus versos
la brisa que, invisible,
me estremeció.
Luego busqué,
el mar, en tus pupilas,
y entre las olas.
Y allí latían,
surgiendo muy gozosas
de entre las algas.
Y me embrujó
el néctar del salitre
sin darme cuenta.
Soñé contigo,
viviendo esos momentos,
intensamente.
Y hoy me pregunto
si solo fueron sueños
o realidad.
De todas formas
me quedo con tu imagen
que tanto amé.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/04/25