Había cosas que no eran mías…
pero me las puse.
Como un abrigo ajeno
que igual te da frío.
Dolores que venían con apellido,
con sangre,
con cadenas invisibles
que no escogí.
Había gritos que no eran para mí
pero me atravesaban igual.
Palabras que nadie dijo
y yo escuché de todas formas.
Silencios heredados
como deudas sin firma.
Crecí con preguntas
que no nacieron en mi cabeza,
pero se instalaron
como si fueran huésped
y dueño.
Hubo culpas que no entendí,
pero igual las cargué.
Hubo miradas que no tenían nombre
y aún así
me hicieron bajar los ojos.
No sé en qué momento
me volví responsable
de cicatrices que no corté,
de promesas que otros rompieron,
de errores que me vistieron
sin consultarme la talla.
Y uno sigue…
intentando ordenar
una historia que comenzó sin ti
y que, sin embargo,
llevas escrita en la piel.