Oh, mi musa rebelde,
¿por qué me eres esquiva?
Si sabes que mi tiempo se consume,
¿por qué te alejas? ¡Pronto, comparece
y ofréndame tus dones!
Y que liben mis labios con deleite
el néctar del sublime sentimiento
del verso. Concédeme palabras
simples y francas, sencillas y efectivas
para loar al poema errante, nómada,
que escapa de mis manos y mi pluma
cual pez escurridizo.
Oh mi musa rebelde,
ven, concédeme el don de tu presencia.
Defíneme el color de la metáfora
y el sabor de los versos.