Tu novia eterna

Hombres egoistas

Extraño su voz, su olor, su cuerpo,

sus ojos, sus manos, me grabe la tonalidad de sus cabellos,

el alto de su barbilla,

mi estatura en la suya,

mi cuerpo en su cuerpo, 

extraño su perfume,

su voz diciéndome amor,

incluso cuando me llamaba por mi nombre, se sentía como amor,

hombres malos, hombres egoístas,

me quise quedar con su camisa,

para poder dormir con el olor que emanaba de su piel,

sabia que era mi debilidad, 

pero lo deje, por su propia culpa,

porque me dejo de prestar atención, 

porque su lenguaje del amor se volvió silencio en la distancia, 

y dejo brotar por mis mejillas dos semanas de lagrimas, 

sus oídos fueron sordos ante mis peticiones, 

e incluso sus te amos se enmudecieron ante el caos que surgio cada noche,

me moría, me estabas matando y lo sabias,

entre tanto lo siento, tanto silencio, 

sentí que ya había vivido este momento,

que había regresado al mismo agujero,

misma era la bala, pero de diferente tirador,

situada en la misma cicatriz que ya había aprendido como curarme, 

y de tanto rogar que un hombre se de el tiempo de amarme,

me despedí de aquel hombre egoísta y mentiroso, 

que prometió: cuidarme y protegerme, 

sacándome de mi paz y tranquilidad que me brindaba la soledad, 

con la excusa de quererme.