Cae la lluvia lenta sobre el muro
de indiferencias que el dolor dejó heredado.
Corazones de piedra, sin futuro,
donde el tiempo talló con desenfado.
No es agua sólo lo que el cielo oscuro
derrama en surcos de un amor ya tan gastado:
son lágrimas de un dios desesperado
que arañan sin piedad el rostro duro.
La indiferencia, es manto de fracaso,
se empapa de recuerdos y resina,
mientras las gotas de ausencia, filo escaso,
labran grietas en el alma que asesina.
Mas en la lluvia late un sortilegio:
la indiferencia muere… y es espejo.
@Marcos Reyes Fuentes
Cusco 19.042025.