Me cuesta recibir
quizás porque temo deber
lo que no pedí.
Me cuesta dar
por si no vuelven,
por si se olvidan,
por si me duele.
por si el eco se apaga
y me quedo solo
con la mano estirada.
Y es absurdo.
Porque creo en el dar sin retorno,
en el gesto limpio,
como quien lanza luz
aunque no sepa si alguien la ve.
pero la práctica me quiebra
donde la teoría me eleva.
La fe que predico
se me escurre en la garganta
cuando es mi turno de actuar.
¿Qué clase de fe es esta
que se esconde cuando es llamada?