Tengo la cabeza hecha de flores
y la boca, de pájaros que ríen.
Bésame, no esperes:
quema mis labios,
muerde mi lengua,
dulce, amarga, lentamente.
El corazón no miente.
Guárdame en tus ojos,
un instante o para siempre;
elige por nosotros.
Nuestro tiempo es diferente:
siempre es ahora,
y el segundo siguiente,
hasta la aurora
o hasta la medianoche.
Tengo la cabeza hecha de flores
y la boca, de pájaros que ríen.
Trinan y bailan,
se van y vuelven,
día y noche, preguntándose:
¿Quieres su jaula?
¿Quieres sus alas?
¿Los quieres?
—Felicio Flores.