Pasó tan esplendente y tan gloriosa
que absorto me quedé;
y viendo que serena se alejaba,
yo la empecé a querer.
Mirando su figura en lejanía,
sentía que mis pies
querían alcanzarla para darle
de amor la dulce miel.
Entonces decidido a conquistarla
mi paso apresuré;
y estando ya a su lado me pregunta:
¿Que cosa pretendeis?
Y viendo yo en sus labios tan carnosos
magnífico bouquet;
¡colmado de emociones infinitas
la boca le besé!
Autor: Aníbal Rodríguez.