Raiza N. Jiménez E.

Altas Mareas.-

Era Ella, como un capullo de rosas, diminuto y bello.

Su Ser como la aurora qué, con alegría, espera al Sol.

Su garbosa estampa, hacía juego con su largo cabello.

Cómo nube al viento, sus bucles semejaban al girasol.

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Poco se la veía, por las calles de aquel puerto soleado.

En cautiverio, la tenían, los padres y su rudo hermano.

La labor marina, lanzó sus redes y Él, la tuvo a su lado.

Cómo decirle qué, el amor, es la razón de ser humano.

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Quiso el destino qué, al hermano, lo alucinará un Sol.

Por esas arenas finas y soleadas, Él vio una bella Rosa.

Ella se escondía cómo, al atardecer, lo hace el Girasol.

Era una princesa que, no sabía caminar y era preciosa.

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¡Tras un fuerte suspiro, pensó qué hacer, para rescatarla.

Hoy, es la madre la que, vive orando para con Él, casarla!