Amada mía, no me pidas silencio,
que el corazón dicta el verso que entono.
La boca canta lo que el alma atesora:
un himno de amor que al cielo implora.
Dunia, ángel de mundos y fantasía,
en tu mirada nació la poesía.
Contigo navego sin brújula ni miedo,
entre constelaciones que tejimos en vuelo.
Eres princesa de un reino sin fronteras,
donde el tiempo se rinde y el amor espera.
Tus besos, luz que en la noche dibuja senderos,
tus abrazos, refugio contra los inviernos.
Gracias por abrir tu alma sin redes,
por convertir mis sombras en monedas de fe.
Tu amor es río que nunca deja de fluir,
es alba que me enseña a renacer.
Te amo más que ayer, con ritmo de eternidad,
el mañana será un jardín de realidad.
Sin ti, la vida es verso sin canción,
un mar sin olas… un eco sin razón.