Raiza N. Jiménez E.

En-Cargos

Hoy, podría asegurar que, he vivido a plenitud, mi vida.

Me puse varias metas en el camino, creí era muy largo.

La juventud se llenó de fantasía, pero yo era, precavida.

Fuerte obligación, me legó mi padre, al dejarme a cargo.

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Aún hoy, evoco con dolor, su partida y mis angustias.

Recuerdos agrios que, reviven miedos aún, los poseo.

Deseaba jugar con amigas, no saber de penas mustias.

Para evadir, tan dura carga, me inventaba algún paseo.

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De cierto, da miedo qué te den una carga, con tu edad.

Por qué no, a mi hermano, me preguntaba, en silencio.

Expresé mi gran miedo, pero nadie de mí, tuvo piedad.

Así, viendo mis muñecas, me decía, yo me las agencio.

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Hoy puedo decir que tuve, una gran escuela, sin duda.

Gran mentira es, la racionalización de esas, desgracias.

Los niños, solo quieren jugar y esa, es la verdad, cruda.

El deber anticipado a la edad, no tiene, ninguna gracia.

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¡Gracias Dios, dirá la madre, qué tuvo otra escuela.

Hoy está vigilante, para evitar del mal, su secuela!