JUSTO ALDÚ

A MARIO VARGAS-LLOSA

 

Premio nobel de literatura 2010

 

I
Se alzó tu voz
desde el polvo de cuarteles,
donde los perros mordieron
la inocencia
y la ciudad enseñó a los jóvenes
el precio del miedo y del uniforme.
Allí comenzó el fuego:
no en el poder,
sino en la furia de nombrarlo.

II
Escribiste con la espada de lucidez.
Como hombre que ha visto
caer imperios de papel
y dictaduras envueltas en banderas.
Tu palabra no obedeció, interrogó.
Y cada página es una herida
que aún supura verdad.

III
En Santo Domingo,
el Chivo aún relincha
bajo la piel de los silencios impuestos.
Tú lo enfrentaste
con tinta y memoria,
con la dignidad del que no se arrodilla
ante la historia.
Tú sabías que los monstruos
visten de civil cuando salen a votar.

IV
Fuiste cronista de lo que incomoda,
cartógrafo del alma de América Latina:
sus cuarteles,
sus burdeles,
sus urnas manchadas,
sus utopías rotas.
Pero también de la dignidad
del hombre solo,
el que resiste sin alzar la voz.

V
El idioma te debe un nuevo filo,
la novela su músculo,
el lector su asombro.
Y aunque tus pasos
han cruzado el mundo,
tu alma no ha dejado Lima,
ni esa escuela de fieras
que aún repite
el eco brutal de su rabia de cadete.

VI
Mario,
por ti la literatura aprendió a luchar.
No con piedras,
sino con verdades, hermosas y duras.
Tu obra es faro,
es mapa, es espejo.
Y mientras existan tiranos,
seguirá latiendo tu palabra
como tambor en medio del exilio...

Más allá  de  la muerte.

JUSTO ALDÚ
Panameño
Derechos  reservados / abril 2025