No inquieras, musa mía, con voz de geómetra,
la causa absurda de este amor sin medida;
te quiero, y basta —con furia simétrica—
como el sol que alumbra sin razón la vida.
Te quiero en el alba, con hálito etéreo,
y al caer la noche, con fiebre insurrecta;
te quiero en silencio, lo juro, en misterio,
con lujuria muda, con ternura recta.
Ya sé, no te place que diga \"te quiero\",
te suena a moneda, a palabra barata;
mas para mí el querer es fuego sincero
y el amar… lo mismo, con otra corbata.
Amar, querer, nombrarte, desearte,
son verbos que conjugo sin filosofía;
porque todo mi querer, y todo mi amarte,
se arrodillan en ti… ¡vaya herejía!
Mas qué importa el léxico, la distinción,
si mi alma, esa necia, te lleva tatuada;
llámale \"amor\", \"afán\" o \"perdición\",
mi querer y mi amar… eres tú. Y nada.