Ricardo C.

Domingo de Ramos

Es
Domingo de Ramos.

Jesús,
en Jerusalén.

Va a celebrar
la Pascua.

La gente lo recibe
con ramas de palma.

Llega,
humilde,
montado en un burro.

Va camino
a su crucifixión.

El pueblo que grita
“¡Hosanna!”,
pronto gritará:
“¡Crucifícale!”

Y aún así… entra.

Valiente.
Obediente a la voluntad
del Padre.

Su Reino
no es de apariencia,
sino de verdad,
de justicia
y de paz.

Es
Domingo de Ramos.

Un gozo
que sabe
a despedida.