Un gesto, un movimiento o cualquier acto,
provoca inesperados eventos abstractos.
De una Acción, meditada o provocada,
la Reacción se desata, como ola inesperada
que arrastra todo a su paso, implacable,
a una Consecuencia, resultado inevitable.
*
Un nuevo estado, un cambio de escenario,
donde uno puede ir al Cielo o a su propio calvario...
Se arranca en la Acción, como punto de partida;
la Reacción es el camino que se elige en la Vida
y la Consecuencia (que no es opción, es el destino)
es donde concluye la elección y acaba el raciocinio.
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Y, luego, es ahí cuando nace el Arrepentimiento...
como fruto de la Consecuencia (que es el escarmiento)
por la falta de control, por la ira, el pánico o temor,
la incomprensión, la ignorancia o la falta de amor.
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Es cuando, a veces, la Acción toma su forma
en la Consecuencia, que a la Razón transforma...
donde uno toma cuenta que es esclavo de pasiones,
dominado por el arrebato, por sus ciegas emociones.
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Y cuando la ira arde, ciega y sin control,
se puede llegar a actuar como ebrios de alcohol.
Pero cuando la calma llega y el fuego se apaga,
surge el Arrepentimiento... ¡que hiere cual daga!
*
Y en la quietud de la mente, se reflexiona lo hecho;
viene la calma, que enseña a aprender del despecho;
enseña a buscar un camino, más sabio y calmado,
cuando la Consecuencia... ¡una lección nos ha dado!
*
Eduardo Faucheux
12-04-2025